Como
todos los 11-S reviviremos el asesinato de 2.792 personas en New York con
impactantes imágenes. Este horrendo atentado debe llevarnos a una reflexión más
general, porque diariamente mueren 97.000 niños, mujeres y hombres de hambre o
de enfermedades fácilmente curables con una ínfima parte de los presupuestos
militares o de seguridad de los países occidentales. Mientras el mundo se
desangra de hambruna y en innumerables guerras que no son noticia, con un
millón de muertos cada quincena, el planeta sigue abriendo una insalvable
brecha entre países del primer y del tercer mundo. E incluso podemos VER
directamente nuestro “cuarto mundo” en la trastienda de nuestras ciudades.
Queremos, necesitamos y
exigimos que esas miles de cámaras que persiguen a los famosillos o a los
equipos de fútbol por todo el mundo acudan allí donde la injusticia debe
quitarnos el sueño, a entrevistar a las familias que han visto morir de hambre
a un hijo en Asia, o del implacable SIDA que la industria farmacéutica no cura
en África, o la vivencia de miseria en nuestros suburbios. Basta de muertos de
primera o de quinta categoría. Los seres humanos nacemos iguales, pero somos
muy diferentes, principalmente en culpabilidad.
Mikel Agirregabiria Agirre
archimedes@izaronews.org
Artículo original.
También publicado en IblNews (11-9-2003), Estrella Digital (12-9-2003),
Ávila Digital (12-9-2003),
Rebelión (Cartas 11-9-2003), InfoNorte Digital(12-9-2003), Ecología Social (12-9-2003), La Tercera - Chile (12-9-2003), Rebelión (Artículo 12-9-2003), MelodySoft (13-9-2003), Semanal Digital (14-9-2003), PlazaWeb (19-9-2003),...