El peso del
alma
Se ha estrenado en el Festival de Venecia una esperada película del director
Alejandro González Iñárritu, titulada "21 Gramos" en
referencia al peso aproximado que, según ciertas fuentes, pierden las personas
en el momento de morir. Para algunos esotéricos esta masa representaría el peso
del alma humana que abandona el cuerpo tras la muerte. Esta irrisoria y
extravagante explicación que tasa el alma nos causa un manifiesto desasosiego a
muchas personas en esta secularizada y descreída sociedad, cuando escuchamos
esa cifra de “tara del alma”, porque parece confirmar que existe un alma que se
alza con sus alas del alba. Así pues queda despejada la duda de Shakespeare:
¿Existe el alma? La pervivencia de la propia identidad es como la sed del
hombre. Sin esta persistencia del "yo" toda la creación no es para él otra cosa
que un inmenso "¿Para qué?".
Obviamente este peso corresponde al aire de espirar al expirar, que ya no
retorna cuando se exhala el último lamento, pero no deja de ser fastidioso que
hasta eso sea aquilatado en tan postrera ocasión. Esos últimos pocos litros de
aire, con su nitrógeno, oxígeno, vapor de agua,… se describen más poética y
excelsamente por Bécquer como “Los suspiros son aire y van al aire. Las
lágrimas son agua y van al mar”, trasponiendo el final “Dime, mujer: cuando el
alma (amor) se eleva (olvida), ¿sabes tú a dónde va?”.
Quienes fuimos niños que
destripábamos
juguetes buscando sin hallar su alma,
incluso aunque seamos de ciencias, preferimos creer que incluso en cuerpos
pequeños se agitan almas muy grandes, que sobrepasan los 21 gramos, defendiendo que la dimensión del alma sólo es
la medida de amor que
acumula y que el alma es un océano bajo la piel que sólo se llena con eternidad.
[Estaba cavilando sobre
estas disquisiciones cuando mi consorte Carmen me llama para cenar. Le resumo
mis reflexiones, pero como se le quema la sartén se vuelve a la cocina
rezongando que lo que nadie ha determinado, hasta el momento, es cuánto pierden
algunas viudas cuando fallecen sus pesados maridos,… en kilos y en años. Tanto
pragmatismo desarma el misticismo de mi liviana alma. Termino para que no se me
enfríe la cena. Ya saben: Primum vivere, deinde philosophare.]
Mikel Agirregabiria Agirre. Getxo (Bizkaia) |