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14 de agosto del 2003 |
Mikel Agirregabiria Agirre
Rebelión
El
Pato Donald fue un personaje de personalidad cambiante a lo largo de su
existencia. Apareció como un individuo familiarizado con la derrota y el
fracaso, pero su artífice, el dibujante Carl Barks de los estudios Walt Disney,
le acentuó sus malas pulgas y le convirtió en un gruñón, capaz de obrar
absurdamente con tal de lograr una victoria. En sus peripecias siempre le
acompañaba la coqueta e inseparable Daisy, conocida por su afán de querer
figurar. Al final surgieron los tres temibles sobrinos del pato, Juanito,
Jorgito y Jaimito. Pero, sin duda, la mayor aportación de Barks al cómic fue el
Tío Gilito, inspirado en la obra "Cuentos de Navidad" de Charles Dickens. Este
personaje llegó a tener tanta fama que, cinco años después de su creación, acabó
protagonizando su propia serie.
En Marbella el Gil auténtico ha relevado al Gil heredado en la concejalía de
Urbanismo (el resto poco importa). Pero la legitimidad y limpieza democráticas,
cuyas ausencias tanto añoramos en las tramas económicas, se ha cobrado una
dimisión… en Madrid. Al menos el secretario general del Partido Popular, Romero
de Tejada, ha presentado su renuncia… como fotocopiador en esa oscura empresa
MIC Servicios de Copias y otras entretelas, a la que sus competidores denuncian
por trato de favor desde el Gobierno, y donde en "unas horillas" cumplía la
"jornada a tiempo completo" (¡éste sí que sabe de orillas y de hornada a tiempo
completo!). Mientras y nada extrañamente, el gasto de las familias en la
vivienda creció desmesuradamente según un estudio de Caixa Catalunya, que
destaca a Madrid como la región donde las familias dedican a las viviendas una
mayor proporción de su presupuesto, hasta el 35% total en 2000 frente al 26% en
1990.
Los personajes de la vida política comienzan a presentar una alarmante similitud
con las rancias caricaturas de los dibujos animados. Quizá sólo sea un nocivo
efecto televisivo de aparición retardada. Las actitudes, caracteres y diálogos
de los políticos parecen más propias de tiras cómicas que del mundo real, en el
que nos movemos la ciudadanía de a pie. Díganme si no reconocen a un malhumorado
y graznante presidente Donald, a una encopetada concejala Daisy, a los
alborotados sobrinos sucesores (sólo Jaimito coincide en nombre), y a los
múltiples tíos Gilitos que aparecen por doquier en Marbella, Madrid,… Todos
creados por la misma mano que bosquejó al Patoso Donald. A propósito, ¿dónde
están Mickey Mouse, Goofy, Pluto, Bambi,...? ¡Viva Disney, viva Dickens, pero
que Dios nos asista!