Nuestra relatividad en el
universo como refugio frente a la zozobra vital
Cuando
los acontecimientos nos sobrepasan, no sabríamos decir si por angustia o por
aburrimiento, es tiempo de recogerse. Cada cual mantiene su propia fórmula de
retirada: la música, la lectura, la melancolía,... Por mi parte, prefiero el
refugio de la poesía, incluida esa lírica actual que se expresa mediante el
cine. Este fin de semana, he creído llegado el momento de volver a ver alguna
de mis películas de culto como “Las cenizas de Ángela” o “El Club de los Poetas
Muertos”.
Pero cuando la sensación de fracaso es
profunda, sólo puedo combatirlo desde la hondura de mi remedio final, bien
entendido lo de recurso supremo sólo en el ámbito de lo audiovisual: el
planetario. Lamentando nuevamente no disponer de tan excelso espectáculo ni en
Getxo, ni en toda la Comunidad Autónoma Vasca, sólo me queda la opción de
acercarme al “Planetario
de Pamplona”.
Poco importa el programa concreto que
puedan exhibir en ese momento. Basta cualquiera que, desde la comodidad de un
asiento reclinado, permita abandonarse ilusoriamente e incluso dormirse en la
inmensidad de una noche estrellada. Escuchar, una vez más, que nuestra galaxia,
la Vía Láctea, una entre las 100.000 millones de nebulosas estimadas en el
Universo, contiene en su seno a más de 100.000 millones de estrellas. Entonces
se comprende la nadería que representa un problema de un ser humano, que entre
6.371.253.775 personas (que según el
Reloj de Población habitamos
la Tierra en este preciso instante), en un insignificante planeta de una
estrella mediana en un sistema solar que apenas es una décima parte de una
trillonésima fracción del cosmos.
Aún más reconfortante es pensar que hasta
el más olvidado de los humanos puede pedir, como los niños, una estrella.
Existe más de un billón de estrellas que brillan, aunque no las veamos a simple
vista, sólo para cada uno de nosotros. La fulgurante estela de estrellas
infunde quietud a la mente y al espíritu. Van Gogh
salía de noche para pintar las estrellas, y Whitman creía que una hoja de
hierba no es menos que un día de trabajo de todo el firmamento. La ternura
infinita que despierta en todos los corazones humanos una noche llena de
estrellas, siempre me obliga a musitar el poema de Mallock: “Si no puedes ser
pino en la cima de la colina, sé
hierba
en el valle, pero sé la hierba mejor junto al torrente. Si no puedes ser
camino, sé sendero; si no puedes ser sol, sé estrella”.
Amado hijo mío, querido alumno mío: para ti
escribo. Cree en tu estrella, porque no tienes una, tienes un billón de
estrellas encendidas solamente para ti. Y otros astros menores que también
confían en ti, como tus padres, hermanos, familiares y amigos. Puede que un
maldito cometa se haya cruzado en tu camino, pero ningún pétreo asteroide podrá
apartarte de tu destino celeste, cuando tantos y tantos creemos firmemente que
eres un Sol.
Publicado en
Gaur Egun (29-5-2004),
CyberEuskadi (Columna diaria, 29-5-2004),
Kaos en la
Red (29-5-2004, comentarios),
El Debate (IblNews, 29-5-2003, comentarios),
Foro
Republicano (29-5-2004),
Sr. Director (29-5-2004), Vistazo a la Prensa (29-5-2004), Portal Miami (29-5-2004),
Vorem ('Veremos' en valenciano,
31-5-2004), Empresa E-Familiar (30-5-2004),
El Confidencial Digital (30-5-2004),
Foros EITB (29-5-2004,
sección Boulevard Abierto), Uribe Kosta Digitala (Colaboración diaria, 24-5-2004),
Revista Pangea
(Colaboración continuada, 1-6-2004), Carta-Traca nº 105 (Sección propia en Galicia Información
31-5-2004),
Ecología Social
(25-5-2004), La
Flecha (Colaboración continua, 31-5-2004), Periodismo Católico (Colaboración frecuente, 31-5-2004), Ávila Red (4-6-2004),...
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