Nacionalismo incurable
Mikel Agirregabiria
Agirre
Una atávica enfermedad se difunde por el mundo
Me he
sentido mal viendo por Internet una sesión en el “Parlamento Vasco”, aunque
algunos han decidido renombrarlo como “Callamiento Vasco” porque ilegalizan
debates, incluso el propuesto sobre nuestro futuro por el Lehendakari
democráticamente elegido por todos los vascos (y vascas), con el apoyo de un
gobierno tripartito. Un gobierno vasco del que el PP dice que es
antidemocrático, y al preguntársele ¿por qué?, responde: "¡Porque perdemos
todas las votaciones, si no nos apoya el PSOE y Batasuna!".
Este
mareo es un síntoma que se repite con frecuencia en los últimos años. “Quizá se
me han indigestado los telediarios (actuales novelas de caballería)”, he
pensado. Decido ir al médico de cabecera, y preocupado le pregunto: “¿Qué me
pasa, doctor? Me levanto por las mañanas de buen humor, pero empiezo a
aturdirme cuando desayuno viendo TVE, y me dan fuertes arcadas cuando leo
periódicos o escucho a tertulianos de la radio. A media mañana estoy rendido si
no me aíslo de los medios de comunicación hechos desde Madrid”.
Mi sabio
galeno sin auscultarme me ha diagnosticado: “Se trata de una enfermedad
contagiosa, persistente y crónica, contra la que no te has vacunado. Siéntate,
respira y te lo diré sin ambages: No hay la menor duda, eres nacionalista”. Me
he quedado un momento paralizado, y luego he farfullado: “Y eso,… ¿es grave?”
Aquí mi buen doctor, un poco dubitativo, se lo ha repensado para explicar a un
lego en medicina una cuestión tan técnica. Con un esfuerzo de familiaridad, me
ha expuesto lentamente, como midiendo el efecto que causaba: “Depende,… en tu
caso concreto, puede ser muy grave. Tu virus es el más doloroso, porque
proviene de una cepa nacionalista defensiva y minoritaria. Es la que más hace
sufrir al paciente. Otras variedades como el imperialismo, resultan inocuas
para el enfermo, aunque infinitamente más dañinas y destructivas para la
Humanidad. ¡Ah, y lo peor: Tu nacionalismo no se cura! Se puede tratar de
ocultar los síntomas, pero nunca desaparecerá”.
Esta
dolencia se suma al profundo dolor continuo que sufre todo el pueblo vasco por
causa de la violencia, fundamentalmente por la violencia terrorista pero no es
la única. Una tragedia de confrontación que hunda su origen en la dictadura
franquista, en un contexto irresuelto de “problema vasco”. La inmensa mayoría
de vascos y no vascos, nacionalistas o no, deseamos la paz y condenamos, desde
siempre, todas las formas de violencia y de falta de respeto de todos los
derechos humanos.
Los
vascos no creemos nada en las victorias por la fuerza, ni bélicas ni
policiales. Nuestra milagrosa supervivencia, con una lengua, un cultura, un
modelo de organización y fueros propios, han sorteado el paso de los siglos y
de los imperios, a través de una sucesión interrumpida de… derrotas. Hemos
sobrevivido prodigiosamente gracias a nuestra adaptación y aceptación de los
demás, pero sin renunciar nunca a lo nuestro, conservando nuestras tradiciones
y costumbres. Hemos acreditado una inacabable historia de colaboración y
cooperación en las más universales aventuras históricas con poderosos pueblos y
grandes civilizaciones que han respetado nuestra peculiaridad, con quienes
hemos cumplido invariablemente nuestra palabra, siempre que sus monarcas juren
nuestras leyes viejas.
Ante
una convocatoria electoral más del Reino de España, nuevamente acudiremos
aunque nos veamos insultados por los herederos de quienes realmente rompieron
la legalidad española en 1936, cuando los vascos la respetamos. Se nos presenta
otra vez como desleales con una Constitución, en la que no se nos dejó ser
ponentes y ante la que nos abstuvimos (fue votada en 1978 sólo por el 30% del
electorado vasco, frente al 68% del español). Quienes se opusieron a la
Constitución, la Alianza Popular predecesora del PP y el mismo Aznar que
escribió en su contra, son quienes nos acusan de solicitar una revisión del
Estatuto de Gernika, el mismo que ellos han incumplido en el proceso previsto
de transferencias, tras legislar recortando el camino andado durante los
primeros años de la transición.
Los
nacionalistas, que defendemos una historia plagada de derrotas que nunca nos
vencieron, nos sentimos erosionados, agotados, postrados y, quizá, hasta
subyugados por los adversarios (incluida ETA),
pero nunca rendidos. Este episodio de la historia también será superado. Que en
las Cortes no exista un gobierno continuista de la ciega política de Aznar
sería beneficioso para todos los demócratas y pacifistas que creemos en el
diálogo, en el repudio de la violencia y en la solidaridad con las víctimas.
Publicado en
Kaos en la Red (10-2-2004),
CyberEuskadi (Columna diaria,
10-3-2004), El Debate (IblNews,
10-2-2003),
Foro Republicano (10-2-2004),
Sr. Director (10-2-2004), Vistazo a la Prensa (10-2-2004),
Portal Miami (10-2-2004),
Uribe Kosta Digitala (10-2-2004), Foros EITB (10-2-2004), PP
Nunca Más (11-2-2004), Ràdio Klara Lliure i Llibertària (12-2-2004), Revista Pangea (12-2-2004), InfoNorte Digital (Canarias, 13-2-2004), Noticias de Salamanca (24-3-2004),...
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