El desarrollo
de la inteligencia emocional era una de
las áreas básicas de aquel
innovador proyecto educativo que significó
el Centro KIDEAK. Una prometedora metodología
para su aprendizaje fue la redacción
por parte del alumnado de sus preferencias
y animadversiones, a fin de conocerse mejor
a sí mismos y a sus compañeros.
Se les pedía una rápida introspección
escrita en apenas cinco minutos, sin pensárselo
demasiado, de aquello que más odiaban,
más les displacía, más
les gustaba, más amaban y más
les encantaba. En ese orden, desde el odio
al amor. He aquí, tres resúmenes
verídicos de tres alumnas.
Soy Y. (14 años). ODIO PROFUNDAMENTE...
que el profesor de euskera nos mire a las
tres que estamos en la esquina como si quisiera
que le diéramos el visto bueno a
lo que ha dicho; las comparaciones entre
las personas; las mentiras; que la gente
sea impaciente; hacer daño; la deslealtad;
la política; la espera; las discusiones
por tonterías; las injusticias; la
alergia; que la gente crea que no es capaz
de hacer algo; el ir andando con alguien
que lleva el paraguas en el brazo que te
va dando en la pierna; las generalizaciones.
Odiaría ser minero; la humedad; renunciar
a algo antes de intentarlo; los contestadores;
el sonido del teléfono.
AMO APASIONADAMENTE... que la gente escuche
y sea leal; conseguir los objetivos; las
cristaleras; la luz; los colores; comparar
los jardines; viajar; aprender; los niños;
la naturaleza; el silencio; las fresas;
el atardecer; el olor a mar; los olores
agradables, como el del pan; levantarme
por la mañana con el canto de los
pájaros; oír ruidos; asomarme
por el balcón; la noche; la luz de
la luna; mirar el cielo oscuro en las noches
calurosas de verano; que todo salga como
se había esperado; la sonrisa; la
amabilidad; el compañerismo; la alegría;
el no sentirte solo; sacar fotos; recordar
viajes o lugares visitados mediante las
fotos; escuchar música significativa;
ver a la gente contenta; ver a extranjeros
o gente de otros sitios visitando el lugar
donde vives; la curiosidad; las buenas sorpresas;
comprar regalos,…
Soy I. (16 años). LO QUE MÁS
ODIO: Odio profundamente sentirme impotente;
que los profesores de este año exijan
muy por encima de lo que explican; que la
gente pida a otros lo que no está
dispuesta a cumplir; madrugar; el no poder
confiar en alguien; la hipocresía;
la sobrevaloración de las matemáticas;
a las señoras que van de cuatro en
cuatro por la acera y jamás se apartan
para que; los actores/actrices y cantantes
que basan toda su fama y fortuna en su físico.
No me gustaría ser forense, enterrador,
empleado de funeraria, carnicero, pescador,
juez... No me gusta hablar por teléfono.
LO QUE MÁS ME GUSTA: El olor del
mar; pasear por la orilla del mar; ver un
puesto de frutas; los amigos; la coherencia;
la seguridad en una misma; el ser consecuente
con las ideas; los crepes de mantequilla
y azúcar; ver muchos chupa-chups
juntos; la niebla que se levanta entre las
montañas; las casas con mucha luz;
vivir en un ático; la diversidad
de personas en el metro; preguntarme qué
hacen y de dónde vienen las personas
con las que me cruzo; ver reír a
un bebé; el David de Miguel Ángel;
las mujeres embarazadas; los padres con
niños en la bici; los libros antiguos;
la pasta italiana.
Me gustaría conducir sin rumbo, recorrer
Europa en coche con amigos. Me gusta leer;
oler algo y recordar un lugar en el que
has estado. Recibir cartas. La lluvia. El
sol. El anochecer. El silencio. Tumbarme
en la hierba. Los ríos. La luna.
El cielo. La filosofía. Sorprenderme.
El cine. Groucho Marx. Ver que todo encaja,
que todo tiene sentido. Mirar por las ventanas.
Volar. Llegar a otro país. Imaginar.
Encontrarme con alguien que hacía
mucho que no veía. Discutir ideas.
Poder ayudar a alguien.
Soy L. (16 años). ODIO ponerme roja;
las mentiras y los incumplimientos; las
prisas; el insomnio; la soberbia y la hipocresía;
las generalizaciones. Odiaría ser
cobrador de autopista, veterinario, enterrador
o marinero. Odio que me chillen al oído;
los prejuicios y la incoherencia; dejar
mensajes en el contestador; los espacios
pequeños; el alboroto; estar quieta.
ADORO la lealtad, el dulce, el amanecer
y el crepúsculo, el mar, la luna,
el sol, las olas, el cielo; viajar, las
ventanas grandes. Me gustaría vivir
frente al mar y poder tener las cortinas
descorridas. Me gusta observar a la gente,
hablar, mirar a los ojos de un bebé,
ver a los niños sentados en los carros
de la compra. Quiero conducir ya. Me gusta
relajarme y pensar. Reconocer olores. Recibir
cartas. Me gusta la niebla, acompasarme
a la respiración de quien está
dormido; andar; el agua. Adoro las estrellas.
Me gusta aprender cosas útiles y
ayudar a los demás. Me gusta mirar
por la ventana del coche y ver las hileras
de los huertos (encaja, no encaja...). Me
gusta soñar despierta. Me encanta
hablar en otros idiomas y conocer gente
distinta; encontrar la relación entre
los fenómenos, las personas, las
cosas,…
¿Por qué no escribimos también
nosotros estas sensaciones? Empecemos por aquellas cosas que nos desagradan, para ir dando paso a todo aquello que nos hace felices. Después podremos tirar a la basura los odios, y dedicarnos toda la vida a aquellas tareas que nos placen y que, seguramente, son también las que hacen dichosos a quienes conviven con nosotros. |