
Mikel
Agirregabiria Agirre
Una farsa
para digerir una tragedia
El
drama del terrorismo de ETA ha sido analizado desde todas sus perspectivas
éticas, políticas y sociales. Sus perversos efectos desde la suprema vertiente
moral hasta el prosaico plano económico son de tal magnitud que poco puede
añadirse para reprobar su actividad. Quizá una dosis
de
sátira ácida, cínica
y procaz sea un último
intento de abordaje de un problema infinitamente tratado, pero fatídicamente
inconcluso.
La ridiculización de la
“lógica” etarra resulta especialmente asequible, si no fuese porque el absurdo
se une con la repulsión para evitar entrar en tal exploración. ETA en su
evolución por las circunstancias externas de todo tipo que han provocado su
debilitamiento, especialmente el rechazo social hasta de sus postreros
simpatizantes, ha entrado en una fase terminal donde, junto a sus aborrecibles
crímenes consumados o sin consumar, ha comenzado a gestionar sus “treguas”. Con
el máximo desapasionamiento que cabe ante semejante calvario, hay que reconocer
que siempre será mejor que la noticia que ETA busca, y que algunos medios y
partidos le conceden, sea por motivos de ceses de violencia que por asesinatos.
Las variantes de paréntesis
ensayadas por ETA han sido dos hasta el momento. La tregua indefinida, pero no
definitiva, del 16-9-1998 y la tregua para Catalunya anunciada el 18-2-2004. Le
restan aún numerosas opciones, que serán bienvenidas siempre que no se alternen
con crímenes. Podrían sugerirse a los “estrategas” de ETA armisticios por sexo,
edad, horario, calendario, colectivos o lugares, además de los aplazamientos
por territorios o tiempos. Qué bendición sería, por ejemplo, que se
descartasen como víctimas a las mujeres: ¡cuántas buenas docentes que conozco,
así como sus familias y amigos quedaríamos tranquilizados! O que se apartasen
como víctimas a los menores de 21 años y mayores de 60. También podría evitarse
atentados fuera del intervalo de 8:00 a 20:00 del horario de Greenwich, quedar
exentos los sábados y domingos, así como los tres meses del verano. ¡Cuántas
personas amenazadas y escoltas descansarían, por no mencionar el ahorro
generado! Igualmente se podrían recortar el número de gremios atemorizados,
descartando por tipo de actividad a los concejales no liberados, a los
periodistas sin columna o a los políticos sin escaño. Algunos lugares, o
incluso localidades, podrían quedar como zonas con derecho de asilo, como
iglesias, universidades y centros escolares, hospitales, playas,… O incluso
Getxo podría ser zona neutral, como lo fue Las Arenas en la guerra civil, para
negociaciones y diálogo sin miedo.
Todas estas proclamas de
restricciones en la matanza darían publicidad a ETA, e incluso podrían venir
precedidas de entrevistas (que serían luego portadas de prensa) con
interlocutores en algún escondrijo conocido y donde los espías de todas las
partes pudiesen grabar con facilidad. Por allí desfilarían consecutivamente
todo tipo de personajes interlocutores: un presidente de fútbol que negociaría
la tregua en todos los estadios; algún irlandés para solicitar la exención para
todos los extranjeros no vascos ni españoles; o determinado magistrado para
pactar la exclusión de jueces y abogados; obispos, rectores, artistas,
sindicalistas,…
Este
desarme a plazos podría venir acompañado de una “entrega por partes”. En etapas
sucesivas se retirarían de ETA las féminas, o se prejubilaría a los mayores de
45 años sin permitir el acceso a las armas a menores de 25 años. Así mismo se
podría rendir el material bélico más pesado, como bombas inmanejables por su
tamaño y lanzacohetes de escasa precisión. Todo ello sería paliado con rebajas
en el impuesto revolucionario a las clases medias y reducción de la persecución
a los colectivos más desfavorecidos: agricultores, habitantes de zonas rurales
o suburbanas,…
Toda esta
sarcástica comedia de crítica sardónica sólo pretende descarnar la inmensa
monstruosidad y aberración que significa la violencia. Acaso sólo sea
desdeñable ironía melancólica que destila el ansia la paz. Ahora que estamos en plena campaña electoral, el verdadero campanazo que ETA podría provocar sería la declaración de una tregua total y final. Ése es el único y verdadero
servicio que pueden prestar a los ideales que dicen defender y, sobre todo, a
la Humanidad.
Publicado en E-Familiar (4-3-2004), CyberEuskadi (Columna diaria, 4-3-2004), El Debate (IblNews, 4-3-2004), Kaos en la Red (4-3-2004), Sr. Director (4-3-2004), Portal Miami (4-3-2004), Vistazo a la Prensa (4-3-2004), Foros EITB (4-3-2004), Foro Republicano (4-3-2004), Uribe Kosta Digitala (4-3-2004), Estrella Digital (5-3-2004), Sin Columna (8-3-2004), Noticias de Salamanca (25-3-2004),...
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